miércoles, 12 de octubre de 2016

No soporto a los cobardes


      —Tenemos… que… entregarnos —A Saúl le temblaba la voz.
      —¡Eres un cobarde! Dijiste que me querías, que me seguirías hasta el final, ¿recuerdas? —dijo Amanda, mientras recargaba su revólver.
      —Sí, pero… no pensé que…
      —«Haría lo que fuera por ti», eso me dijiste mientras follábamos en el motel.
      —Pero… hablábamos de… un robo… no de... —Saúl sudaba como un cerdo.
      —No he tenido más remedio.
      —¿No has tenido más remedio que matar a toda esta familia?... Te dieron la combinación de la caja… Te rogaron que no los mataras… ¿Por qué lo has hecho?
      —No soporto a los cobardes —dijo Amanda, apuntando a la cabeza de Saúl.

      En el exterior, la policía asediaba la casa desde el amanecer. Expectante.
      Sonó un disparo.
      Y después otro.
      —Me debes 20 pavos, Murray —dijo un policía.






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