lunes, 25 de julio de 2016

El vigilante






       Todo era gris en las solitarias calles de Detroit. Y tú estabas allí iluminando la noche con tu deslumbrante abrigo de piel de leopardo. Esperabas un taxi. Yo te vigilaba. El taxi no llegaba y empezaste a caminar tímidamente con aquellos exagerados zapatos de piel de serpiente. Sus delgados tacones producían un sonido seco al golpear en el asfalto. Yo cada vez estaba más cerca. Pasó un gato ronroneando a tu lado. Le lanzaste una patada al pobre gato. Te asustaste y echaste a correr. Se te rompió un tacón, tropezaste y caíste al suelo. Fue mi momento. Me acerqué. Tenías que haber visto la cara que ponías cuando me viste apuntándote con mi revólver… Solo dejé que me miraras un instante…
       Hasta que vi tu bolso de piel de armadillo…
      —Respeta a los animales, hija de puta…

      ¡Bang!



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