Llevaba conduciendo todo el día.
Se había propuesto llegar a Méjico
aquella misma noche, pero estaba agotado y no tuvo más remedio que parar a
repostar en una polvorienta estación de servicio cerca de la frontera con El
Paso.
Mientras el chico llenaba el depósito, buscó
los servicios. Abrió la puerta, pulsó el interruptor de la luz y, sorprendentemente,
allí estaba el tipo que buscaba: el asesino de su familia. El hombre que había
disparado a su mujer y degollado a sus dos hijas refrescándose la nuca con una
toalla húmeda…
—¿Me buscabas, Dorian? —dijo el asesino.
Dorian sacó su revólver.
El asesino sacó el suyo.
Sonó un disparó…
No hay comentarios:
Publicar un comentario