Hola, soy un adolescente con fimosis y estoy
acojonado. Mi madre me ha dicho que me tengo que operar. El médico dijo que ya
tendría que estar operado hace tiempo. Mi hermana se ríe de mí. Los amigos del
instituto me putean pintando penes con mi nombre por las paredes. Se me ocurrió
decírselo al bocazas de Martínez y se lo ha contado a todo el mundo. Mi padre
no dice ni una palabra y eso aún me acojona más. La hija del vecino (se Ilama
Laura y esta más buena que el pan) me mira de una forma extraña. No sé si es
que se ha enterado o es que le gusto. Espero que sea lo segundo, porque después
de operarme le pienso tirar los tejos (si aún estoy vivo).
Eso de que le corten el pene a uno no me hace
ninguna gracia. Todo el mundo dice que no me preocupe (menos mi padre, que no
dice nada), pero yo no hago otra cosa que pensar en ello. El otro día soñé que
el cirujano que me hacía la operación era Freddy Krueger. Me la cortaba a
rodajas con sus dedos afilados y hacía un bocadillo de pan con tomate, lo
envolvía en papel de aluminio y se lo daba a la hija de la familia Adams (sí,
la de las coletas). Tendríais que haber visto su cara. Desde aquella noche, no
duermo demasiado bien.
Ayer me la miré por úItima vez. Fue como una
ceremonia de despedida. Intenté, por enésima vez, estirarme la piel hasta el fondo,
pero me hice daño. Al final, lo único que logré, por enésima vez, fue ponerme
cachondo y masturbarme... ¡Qué mejor despedida!
Hoy es el gran día… Esta noche he vuelto a
soñar con Freddy Krueger. Esta vez me he despertado antes de que me la cortara
en rodajas. Después ya no he podido volver a dormir y me he levantado mucho
antes que mamá. He puesto el pijama en la cesta de la ropa sucia para que no
vea las manchas de semen y me he pegado un baño con agua muy caliente. Mi madre
dice que eso relaja mucho, pero yo me he agobiado un montón y no he durado ni
cinco minutos. Después de asearme todas las partes de mi cuerpo, miro el reloj
y todavía son las seis. Ya no sé qué más limpiarme. Hoy debo de ser, sin lugar
a duda, el chico más limpio de la ciudad. Los minutos se hacen interminables.
Empiezo a jugar con mi ordenador para pasar el rato, pero no consigo
concentrarme y doy vueltas por la casa como si estuviera esperando un hijo.
Mi padre se ha levantado (es la primera vez
que veo a mi padre a estas horas... ¡Vaya ojeras!...). «¿Qué haces levantado?»,
me dice... Bueno, eso es lo que yo he descifrado, pero lo que realmente ha
dicho es: «¿Heeee haadeeess leevandaaadooo?» (todo esto mezclado con un salvaje
bostezo)... «Hoy me operan de fimosis y no podía dormir», le contesto esperando
un poco de comprensión y de ánimo, pero él solo dice... «Ah»... ¿Ah?... ¡Solo
dice «Ah»!... Y ni siquiera estoy seguro de si era una expresión o solo otro de
sus bostezos...
Es una lástima que mi hermano mayor ya no
esté con nosotros. Seguro que él me hubiera apoyado aunque solo fuese con algunas
palabras de aliento antes de la operación. Era un tipo estupendo. Pero se
marchó a Nueva York hace un par de años a grabar un documental sobre la
contaminación en las grandes ciudades y no hemos vuelto a tener noticias. Lo
último que sabemos es que lo vieron subir a la azotea de un rascacielos con su
cámara y que nadie más lo ha vuelto a ver. Desapareció así, de repente. ¡Como
me gustaría hablar con él en estos momentos!
El ascensor sube a la quinta planta:
QUIRÓFANOS. Me han puesto una bata verde horrible. Me miro en el espejo del
ascensor. Estoy blanco y nunca jamás me hubiera imaginado que podría llegar a tener
esta cara de gilipollas (si me viera mi vecina, no tendría ni una sola
oportunidad con ella).
Entramos en el quirófano y la enfermera me
presenta a los doctores. Todos se hacen los simpáticos y empiezan a hacerme
bromas sobre el asunto. Eso todavía me acojona más que el silencio de mi padre.
Yo intento sonreír, pero creo que pongo cara de asco. El más alto ha dejado de
hacer chistes y me coloca en la camilla... «Si quieres ver la operación, puedes
hacerlo por el espejo». (¡Gracias, hombre! ¿Es el último chiste?).
Al principio no quería mirar, pero cuando he
visto el pedazo de jeringuilla que iban a usar para anestesiarme, se me han
abierto los ojos de golpe. Me han inyectado dos veces. Se disponen a cortar,
pero aún tengo sensibilidad en la zona y noto el terrible escozor del corte... «¡Me
cago en Dios!» (he vuelto a ver a Freddy Krueger por un instante). Me ponen
anestesia otra vez y el pene queda muerto. ¡Menuda sensación! Es igual que
cuando se te duerme un brazo o una pierna, pero cuando ves que te están
manipulando esas partes y no notas nada, te da un mal rollo de la hostia...
Han pasado cinco días desde la operación y
los puntos de sutura que hay alrededor de mi pene se están secando y cada vez
se parecen más a una corona de espinas. Desprenden un olor tan desagradable que
me hacen pensar que mi pene se va a pudrir de un momento a otro, pero el único
que se va a pudrir aquí es mi padre, que sigue sin decir nada. El problema ya
no es mi fimosis, mañana será otra cosa y éI seguirá en silencio, ausente. A su
lado me siento solo, pero nunca se lo diré. Intentaré comprenderle, pero él
nunca vivirá mis ansiedades. Me haré mayor, me largaré y después él me echará
en cara que no lo llamo nunca, que me he olvidado de él, que todos los hijos
sois iguales, bla, bla, bla, bla...
opera tu fimosis, si ya lo decian...ya.
ResponderEliminarm
jajajaja
ResponderEliminarJajajajajajajaja como me he cagado de la risa, tee banco!! Me siento identificadoo!!!
ResponderEliminarFreddy kruger es un violador de alemania
ResponderEliminarlo mejor que has hecho tu pareja te lo agradecera
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