martes, 22 de febrero de 2011

Un adolescente con fimosis


Hola, soy un adolescente con fimosis y estoy acojonado. Mi madre me ha dicho que me tengo que operar. El médico dijo que ya tendría que estar operado hace tiempo. Mi hermana se ríe de mí. Los amigos del instituto me putean pintando penes con mi nombre por las paredes. Se me ocurrió decírselo al bocazas de Martínez y se lo ha contado a todo el mundo. Mi padre no dice ni una palabra y eso aún me acojona más. La hija del vecino (se Ilama Laura y esta más buena que el pan) me mira de una forma extraña. No sé si es que se ha enterado o es que le gusto. Espero que sea lo segundo, porque después de operarme le pienso tirar los tejos (si aún estoy vivo).

Eso de que le corten el pene a uno no me hace ninguna gracia. Todo el mundo dice que no me preocupe (menos mi padre, que no dice nada), pero yo no hago otra cosa que pensar en ello. El otro día soñé que el cirujano que me hacía la operación era Freddy Krueger. Me la cortaba a rodajas con sus dedos afilados y hacía un bocadillo de pan con tomate, lo envolvía en papel de aluminio y se lo daba a la hija de la familia Adams (sí, la de las coletas). Tendríais que haber visto su cara. Desde aquella noche, no duermo demasiado bien.

Ayer me la miré por úItima vez. Fue como una ceremonia de despedida. Intenté, por enésima vez, estirarme la piel hasta el fondo, pero me hice daño. Al final, lo único que logré, por enésima vez, fue ponerme cachondo y masturbarme... ¡Qué mejor despedida!

Hoy es el gran día… Esta noche he vuelto a soñar con Freddy Krueger. Esta vez me he despertado antes de que me la cortara en rodajas. Después ya no he podido volver a dormir y me he levantado mucho antes que mamá. He puesto el pijama en la cesta de la ropa sucia para que no vea las manchas de semen y me he pegado un baño con agua muy caliente. Mi madre dice que eso relaja mucho, pero yo me he agobiado un montón y no he durado ni cinco minutos. Después de asearme todas las partes de mi cuerpo, miro el reloj y todavía son las seis. Ya no sé qué más limpiarme. Hoy debo de ser, sin lugar a duda, el chico más limpio de la ciudad. Los minutos se hacen interminables. Empiezo a jugar con mi ordenador para pasar el rato, pero no consigo concentrarme y doy vueltas por la casa como si estuviera esperando un hijo.

Mi padre se ha levantado (es la primera vez que veo a mi padre a estas horas... ¡Vaya ojeras!...). «¿Qué haces levantado?», me dice... Bueno, eso es lo que yo he descifrado, pero lo que realmente ha dicho es: «¿Heeee haadeeess leevandaaadooo?» (todo esto mezclado con un salvaje bostezo)... «Hoy me operan de fimosis y no podía dormir», le contesto esperando un poco de comprensión y de ánimo, pero él solo dice... «Ah»... ¿Ah?... ¡Solo dice «Ah»!... Y ni siquiera estoy seguro de si era una expresión o solo otro de sus bostezos...

Es una lástima que mi hermano mayor ya no esté con nosotros. Seguro que él me hubiera apoyado aunque solo fuese con algunas palabras de aliento antes de la operación. Era un tipo estupendo. Pero se marchó a Nueva York hace un par de años a grabar un documental sobre la contaminación en las grandes ciudades y no hemos vuelto a tener noticias. Lo último que sabemos es que lo vieron subir a la azotea de un rascacielos con su cámara y que nadie más lo ha vuelto a ver. Desapareció así, de repente. ¡Como me gustaría hablar con él en estos momentos!

El ascensor sube a la quinta planta: QUIRÓFANOS. Me han puesto una bata verde horrible. Me miro en el espejo del ascensor. Estoy blanco y nunca jamás me hubiera imaginado que podría llegar a tener esta cara de gilipollas (si me viera mi vecina, no tendría ni una sola oportunidad con ella).

Entramos en el quirófano y la enfermera me presenta a los doctores. Todos se hacen los simpáticos y empiezan a hacerme bromas sobre el asunto. Eso todavía me acojona más que el silencio de mi padre. Yo intento sonreír, pero creo que pongo cara de asco. El más alto ha dejado de hacer chistes y me coloca en la camilla... «Si quieres ver la operación, puedes hacerlo por el espejo». (¡Gracias, hombre! ¿Es el último chiste?).

Al principio no quería mirar, pero cuando he visto el pedazo de jeringuilla que iban a usar para anestesiarme, se me han abierto los ojos de golpe. Me han inyectado dos veces. Se disponen a cortar, pero aún tengo sensibilidad en la zona y noto el terrible escozor del corte... «¡Me cago en Dios!» (he vuelto a ver a Freddy Krueger por un instante). Me ponen anestesia otra vez y el pene queda muerto. ¡Menuda sensación! Es igual que cuando se te duerme un brazo o una pierna, pero cuando ves que te están manipulando esas partes y no notas nada, te da un mal rollo de la hostia...

Han pasado cinco días desde la operación y los puntos de sutura que hay alrededor de mi pene se están secando y cada vez se parecen más a una corona de espinas. Desprenden un olor tan desagradable que me hacen pensar que mi pene se va a pudrir de un momento a otro, pero el único que se va a pudrir aquí es mi padre, que sigue sin decir nada. El problema ya no es mi fimosis, mañana será otra cosa y éI seguirá en silencio, ausente. A su lado me siento solo, pero nunca se lo diré. Intentaré comprenderle, pero él nunca vivirá mis ansiedades. Me haré mayor, me largaré y después él me echará en cara que no lo llamo nunca, que me he olvidado de él, que todos los hijos sois iguales, bla, bla, bla, bla...

¡Menos mal que he recuperado mi pene!



  

5 comentarios:

  1. opera tu fimosis, si ya lo decian...ya.
    m

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  2. Jajajajajajajaja como me he cagado de la risa, tee banco!! Me siento identificadoo!!!

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  3. Freddy kruger es un violador de alemania

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  4. lo mejor que has hecho tu pareja te lo agradecera

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